domingo, 3 de septiembre de 2017



TRASHUMANTES DE LA GUERRA PERDIDA

Por John Jairo Zuluaga Londoño

Jorge Eliécer Pardo, Trashumantes de la guerra perdida, Pijao Editores-Caza de Libros, Ibagué, 2016. 500 p.

“Si la guerra es el arte de destruir hombres,
la política es el de engañarlos”, J. E. Pardo.

La novela ofrece una radiografía de la violencia política de Colombia siguiendo el rastro de la familia Guzmán, que vivió en carne propia los avatares del enfrentamiento partidista. Disputas que terminan en despojos de tierras, bala, machetazos y violaciones de mujeres, incluyendo niñas de pocos años de nacidas.
Uno de los conflictos destacados en la novela fue el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán que lideró ideas reformistas, de tipo liberal y que representaba la esperanza del pueblo. Pero las clases dirigentes, cuando ven amenazados sus privilegios, reaccionan de manera violenta; lo asesinaron.
En el texto se muestran las diversas etapas de la Violencia, incluyendo hechos históricos que explicarían el conflicto con las guerrillas de hoy. En un primer momento se retrata la anarquía que se vivió con la respuesta de las masas liberales que repudiaron el crimen de Gaitán y el contraataque sangriento de los gobiernos conservadores de Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez. La policía convertida en Gestapo criolla, liquidó a sangre y fuego a gran número de campesinos liberales en varias regiones del país, para que llegaran diezmados a las elecciones. Los campesinos, para protegerse, formaron autodefensas para salvar sus vidas y cuando se propusieron la toma del poder, las élites de los partidos subieron a la presidencia al militar Gustavo Rojas Pinilla para que defendiera sus propiedades y ofreciera una amnistía a los hombres armados.
En un segundo momento se muestra el engaño de la amnistía de Rojas. Muchos guerrilleros murieron en las calles y otros en las filas donde esperaban sus salvoconductos. Un grupo grande de los alzados en armas se mantuvo en las trincheras en espera de una mejor oportunidad de paz. Todos los gobiernos del Frente Nacional trataron de liquidarlos, pero la culebra nunca recibió golpes en la cabeza. El senador, Álvaro Gómez Hurtado sostuvo que habían formado repúblicas independientes y que había que liquidarlas con ayuda del gobierno Norteamericano. La resistencia se ubicó a lo largo de los ríos Duda, Guayabero, El Pato, Caguán, Río chiquito y en Marquetalia, foco liderado por Tirofijo.
En la novela desfilan como personajes de pesadilla, la policía Chulavita y los pájaros que defendieron al Partido Conservador. El más importante de ellos fue el Cóndor, condecorado con la Cruz de Boyacá por el presidente Gustavo Rojas Pinilla. Los liberales pusieron su cuota en el departamento del Tolima, donde se narra la mayor parte de los sucesos. La región norte fue asediada por Desquite, Sangrenegra, Tarzán, y Rosalba Velázquez y en el sur, por Mariachi y Chispas, su lugarteniente. Por el MOEC, sobresalió Pedro Brincos, en el Líbano, Tolima, quien se inspiró en las ideas socialistas de la Unión Soviética y en el legado de la revolución Cubana. El Partido Comunista también puso sus personajes: Ciro Trujillo, Charro Negro, Isauro Yosa, y Pedro Antonio Marín, que se inició como miembro del Partido Liberal. Un “personaje” de terror fueron las volquetas de las alcaldías municipales que cargaban los cuerpos de los campesinos masacrados y que botaban a los ríos que enrojecieron sus aguas. Pero el personaje principal es la violencia de Colombia.
Es una novela construida en setenta y ocho pequeños capítulos que no pasan de seis páginas y que recrea ambientes abiertos, de cafetales y calles de ciudades donde mueren acribillados los campesinos que huyen como guatines asustados para defender sus vidas.
El lenguaje empleado es objetivo, y sin barroquismos innecesarios. Por eso el texto se lee con holgura y con ganas de seguir. Se utiliza el párrafo largo en la narración y en algunos, muy pocos por demás, se siente el enfrascamiento del autor por construirlos, pero sale bien librado.
El autor rompe con la historia lineal y alterna episodios destacados de la lucha partidista. El narrador es omnisciente, sabe todos los tejemanejes y los secretos del conflicto colombiano, lo que demuestra una investigación profunda del período de la Violencia del país.
Es una obra diseñada para formar la opinión pública en los orígenes de la violencia política que todavía nos desangra como sociedad. Aparece en un momento apropiado, marcado por el fanatismo de una ciudadanía que todo lo ve en blanco y negro, en gran parte por la manipulación de los medios de comunicación.



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